Vida y color. Un álbum de cromos.
¿Por qué nos gusta coleccionar? Coleccionar arte, cromos, sellos, chapas, cualquier cosa, implica desarrollar diversas habilidades, permite adquirir conocimientos sobre el tema objeto de colección, desarrollar la paciencia, aplazar el deseo de tener algo, desarrollar la atención, la memoria: todos recordamos con qué velocidad decíamos sile sile sile nole cuando otro niño o niña nos mostraba los suyos repetidos para ver si podíamos cambiar o negociar (los cromos considerados difíciles se cambiaban por varios). Hacíamos listas donde íbamos tachando los que teníamos y lo más difícil llegaba al final.
Las colecciones de cromos han formado parte de la infancia de varias generaciones. En los años sesenta y setenta fueron muy populares colecciones de todo tipo; algunas se completaban con los cromos que salían en las tabletas de chocolate o en los yogures, por ejemplo, y la mayoría con sobres de cromos que se compraban en los kioscos. Había colecciones de la conquista de la luna, trenes, películas de Marisol, coches, monumentos, o de naturaleza, como el emblemático Vida y Color. Este álbum de cromos apareció en 1965 publicado por Ediciones Álbumes Españoles y tuvo varias reediciones hasta 1970. En 1992 se publicó una edición vintage. Hay una película de 2005, ambientada en esos años, con el mismo título donde a un niño le falta la calavera, un cromo de este álbum. Hubo tres ediciones, la última con menor éxito.
Constaba de 253 cromos clasificados en estas categorías: flores, protozoos, insectos, peces, batracios, reptiles, aves, mamíferos y anatomía humana. En la primera página, tras la portada, hay un breve texto dirigido a los maestros, a los padres y a la juventud de España, resaltando que Vida y Color es “un libro documentado y cuidadosamente estudiado, es un colorido caleidoscopio, donde el niño, el joven y el adolescente, al coleccionarlo verán desfilar y aprenderán esa variedad de cosas multiformes y bellas que hace la Naturaleza”. En ocasiones, se regalaban álbumes vacíos a los colegios o algunos sobres de cromos que se sorteaban luego en las clases,
para hacer publicidad de los mismos.
Actualmente las colecciones de cromos suelen estar relacionadas con algún personaje o serie infantil, sin olvidar los anuales álbumes de cromos de fútbol. Las imágenes que hace 5 o 6 décadas admiraban a los niños hoy están superadas por el fácil acceso a otras de mucha mayor calidad y, vistas desde hoy, puede sorprender que tuvieran tanto atractivo. Más allá del contenido de los álbumes de cromos, para todos los niños que los coleccionábamos, estos álbumes nos traen recuerdos de la infancia.
Este álbum fue uno de los que completé. Tenía el álbum completo a falta de uno, el escorpión. Por más sobres que compraba todos me salían repetidos, hasta que un domingo, mi padre decidió que íbamos a ir al Rastro donde coleccionistas de todo tipo se reunían (eran famosos los de sellos y monedas, pero también los cromos infantiles tenían sus puestos). Costó, pero aún recuerdo la emoción que sentía al ir a casa con el ansiado escorpión, llegar, coger el frasquito de goma arábiga y pegarlo en su hueco.
Carmen Sanchidrán Blanco
- DIMENSIONES: 25 x 33 cm, 253 cromos, 48pp.
- CONTEXTO CULTURAL: Años sesenta y setenta del siglo XX.
- MATERIAL/SOPORTE: Papel, a todo color, encuadernación rustica.
- AUTORÍA: Ediciones Álbumes Españoles.