Cuentos troquelados

Los cuentos troquelados de los años cincuenta y sesenta son un objeto que marcó a generaciones de niños. Estos cuentos se distinguían por tener sus páginas recortadas, que seguían las siluetas de los personajes o los escenarios.

El diseño troquelado atraía la atención de los niños y las ilustraciones a todo color les ayudaban a dar vida a las historias más fácilmente que libros de formato clásico. Estos cuentos fueron un fenómeno sociológico en unas décadas en que los libros y los juguetes eran objetos poco asequibles y que los niños sólo recibían en fechas muy concretas, especialmente en Navidad. Estos cuentos, sin embargo, eran relativamente baratos y eran un regalo habitual.

Dentro de los cuentos troquelados hay que referirse, sobre todo, a los de la editorial Toray y a los ilustrados por Ferrándiz que publicaron varias editoriales, especialmente la editorial Roma. Muchos de los de Toray eran adaptaciones de clásicos infantiles como Caperucita Roja, Blancanieves o La Cenicienta. Juan Ferrándiz, por su parte, ilustró numerosos cuentos troquelados con su peculiar estilo de dibujo que les hace fácilmente reconocibles: personajes de ojos grandes y expresivos, a menudo representando a niños y animales en situaciones amables. Algunos de los cuentos troquelados de Ferrándiz eran clásicos, pero otros eran historias originales y eran reconocidos por su cuidadosa elaboración. Uno de los mayores atractivos lo constituía el hecho de que estos cuentos traían un objeto que se podía separar del cuento, por ejemplo, la escoba de la ratita en el caso de La ratita presumida, la espumadera para mover las castañas en el de Mariuca la castañera o las gafas de sol que llevaba la conductora en Mari Pili y su biscúter.

A finales del siglo XX aparecieron reediciones de cuentos troquelados que se vendían como una colección en los kioscos; hemos localizado algunos de Ferrándiz con ediciones recientes. Algunos de los que podemos ver en el MAE, algo posteriores, se dedican a un personaje infantil como Marco o Vikie el vinkingo.

La perdurabilidad de estos cuentos en la memoria colectiva los ha convertido en piezas de colección, y muchos adultos los recuerdan con cierta nostalgia evocando una época en la que el papel, el color, un pequeño objeto vinculado a un cuento y un diseño peculiar eran un gran atractivo para la infancia.

Los cuentos, sea cual sea su formato, es la mejor vía para acercar los libros a los niños y despertar el gusto por la lectura.

Carmen Sanchidrán Blanco

  • DIMENSIONES: (variables). Se indican las de Mariuca la castañera:: 24,5 x 20 x0,2 (16 pp.)
  • CONTEXTO CULTURAL: Años cincuenta y sesenta del siglo XX.
  • MATERIAL/SOPORTE: Papel, ilustraciones a todo color.
  • AUTORÍA: Varios.