Se cumplen 150 años del nacimiento del escritor que acuñó el término «Generación del 98» y dejó obras literarias imperecederas
A Marisol Jiménez, maestra de Lengua y Literatura en el Colegio Público La Campiña
«El arte no puede consistir nunca en copiar una realidad», según Ortega, sino en sorprenderla «mediante un acierto misterioso». En el caso del arte de Azorín, descriptivo a la vez que reflexivo, consiste en «poetizar lo vulgar», «petrificarlo estéticamente», elevarlo mediante las lentes que nos ofrece el estilo, que es la verdadera firma de cada autor. El estilo de Azorín es lírico y preciso, claro y lento, de técnica miniaturista y atención al detalle, como si fuera una fenomenología de aquellos objetos donde se demora su mirada: un paisaje de castilla, una catedral, la calle de un pueblo.
Estudió derecho. Luego fue escritor, periodista y crítico. Como periodista trabajó en los más importantes periódicos de la época. Durante la guerra se fue a París; acabada esta regresa a España, donde se muestra partidario del régimen de Franco. Entre las influencias que recibe, además de los clásicos españoles, como Cervantes o santa Teresa, resaltan pensadores como Montaigne o Nietzsche.
En 1902 publica La voluntad, su primera novela, autobiográfica, y quizá la más lograda de las suyas. Trata sobre la formación y su lucha con el ambiente, del conflicto entre la acción y la contemplación. Dos años más tarde aparecen Las confesiones de un pequeño filósofo. En general sus novelas se caracterizan por el peso de las descripciones, la dimensión reflexiva y la naturaleza fragmentaria. Junto con sus compañeros de «la generación del 98», término controvertido que él acuñó, rompe con los cánones de la novela española decimonónica.
Viajero infatigable por los pueblos de la península, donde destaca especialmente el arte de Azorín es en los ensayos y en los artículos, entre los que sobresalen El alma castellana (1900), Los pueblos (1905), La ruta de Don Quijote (1905) y la que acaso sea su obra maestra, Castilla (1912). Es un crítico notable, sobre todo como lector de los clásicos en obras como Lecturas españolas (1912) y Clásicos y modernos (1912). A su juicio, los clásicos reflejan «nuestra sensibilidad moderna. Nos vemos a nosotros mismos en los clásicos». En Memorias inmemoriales (1947) se llama a sí mismo X, que no es Azorín, sino José Martínez Ruíz, como si pudiera ser cualquiera de nosotros. Quizá ahí reside uno de los misterios del arte: en ser un espejo que nos devuelve nuestra imagen particular al mismo tiempo que revela aspectos de la condición humana.
«No hay más realidad que la imagen ni más vida que la conciencia».
Sebastián Gámez Millán
Sebastián Gámez Millán (Málaga, 1981) es licenciado y doctor en Filosofía por la UMA con la tesis La función del arte de la palabra en la interpretación y transformación del sujeto. Es jefe del Departamento de Filosofía del IES Valle del Azahar (Cártama). Ha sido profesor-tutor de Historia de la Filosofía Moderna y Contemporánea y de Éticas Contemporáneas en la UNED de Guadalajara. Desde noviembre de 2022 es vocal de la Asociación de Filosofía de Andalucía (AAFI) por Málaga.
Ha participado en más de treinta congresos nacionales e internacionales y ha publicado más de 350 artículos y ensayos sobre filosofía, antropología, teoría del arte, estética, literatura, ética y política. Es autor de Cien filósofos y pensadores españoles y latinoamericanos (Ilusbooks, Madrid, 2016), Conocerte a través del arte (Ilusbooks, Madrid, 2018), Meditaciones de Ronda (Anáfora, Málaga, 2020) y Cuanto sé de Eros. Concepciones del amor en la poesía hispanoamericana contemporánea (UNED, Madrid, 2022). Ha colaborado con artículos en más de quince libros, entre los cuales cabe mencionar: Ensayos sobre Albert Camus (2015), La imagen del ser humano. Historia, literatura, hermenéutica (Biblioteca Nueva, 2011), La filosofía y la identidad europea (Pre-textos, 2010), Filosofía y política en el siglo XXI. Europa y el nuevo orden cosmopolita (Akal, 2009). Ha ejercido de comisario de la exposición “Cristóbal Toral: una aventura creadora” (2022), en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, y ha escrito sobre numerosas exposiciones.
Escribe habitualmente en diferentes medios de comunicación (Cuadernos Hispanoamericanos, Descubrir el Arte, Claves de Razón Práctica, Café Montaigne. Revista de Artes y Pensamiento, Homonosapiens, Sur. Revista de Literatura, MAE (Museo Andaluz de la Educación)…) sobre temas de actualidad, educativos, filosóficos, literarios, artísticos y científicos. Le han concedido cinco premios de ensayo, cuatro de poesía y uno de microrrelatos, entre ellos el premio de Divulgación Científica del Ateneo-UMA (2016) y la Beca de Investigación Miguel Fernández (2019).