Soy consciente de que vivimos en un mundo muy distinto al que recuerdo de niño. Hoy día la competencia con Papá Noel es mucho más intensa que cuando yo iba a recibiros allá por los años 60 en calle Larios.
En aquellos días el señor de rojo no disfrutaba de la popularidad actual, los que ponían el árbol de Navidad eran unos pocos frikis y el «Nacimiento» era lo que molaba.
Sí percibo hoy, sin embargo, la misma ilusión en las caras de los niños y niñas que cada Navidad esperan con emoción vuestra llegada.
Es verdad que os hacéis rogar y que el de la barba y el gorrito con bolita siempre se os adelanta, pero para los que confiamos en vosotros siempre es un día de felicidad.
Mañanas del día 6 de enero llenas de ruidos alegres, de gritos de emoción, de apertura de papeles de envolver y de cajas, muchas cajas, de sonidos de juguetes (hoy cada vez más electrónicos) y desafortunadamente en las calles menos bicicletas, triciclos y patines.
Ahora, ya más preocupado por mi jubilación que por montar en bici, si quiero dedicaros unas palabras.
Fui feliz cada mañana de ese día de enero. Y aunque a veces no me dejasteis lo que ansiaba me conformé.
Claro que me gustaban muchos juguetes que no tuve. Pero había que aceptarlo. Y afortunadamente siempre tuve un primo o un amigo que sí los recibió y con el que jugué horas y horas en las tardes sin televisión, sin ordenadores ni móviles.
Recuerdo los días antes de Reyes recorriendo las tiendas del centro de Málaga mirando los escaparates con mis padres (allí estaban Juguetes Carrión, el 0,95 y papelerías como Morales). Tenías que elegir lo que más te gustaba. Un juguete o juego. Y después escribir la carta con buena letra y sin tachones. Había que decidirse.
Rescate Espacial, Carabina Lanzapelotas Madel, Fuerte Comansi, Garaje Rima, Cheminova, Camiones Geyper, Walkie Talkies Bianchi, Geyper Gol, Centro médico Geyper, Electro L Airgam, Luminama Madel, Walky Son Geyper, Ordenador Airgam… Juguetes inolvidables de mi infancia, pero de todos ellos el mejor fue Juegos Súper Reunidos Geyper. Con esa maravillosa caja llena de cachivaches de plástico, de cartas, tableros y fichas fuimos felices toda una generación. Qué gran invento.
Nos la regalaron sus Majestades por encargo de los compañeros de trabajo de mi padre. La Navidad que falleció mi madre. Yo apenas tenía 13 años. Fue un regalo maravilloso. Aún recuerdo vivamente cuando mi hermano y yo la vimos por primera vez. Era una caja inmensa. Con cientos de juegos. La mejor.
Para terminar, sólo una duda. ¿Por qué nunca me trajisteis una bici GAC? Que ilusión tenía. Supongo que era demasiado cara en aquella España tan difícil de los años 60 donde había que repartir poco entre muchos niños, en un país con tantas limitaciones.
No importa. Nos queda el MAE. Ahora en mi carta sólo os pido cosas sencillas: salud para mi familia y para mí y, por supuesto, algo de felicidad para todos.
¿Qué fácil no? También que nuestro proyecto de museo tenga cada vez más amigos. En exposiciones como «Juguetes de nuestra infancia» o cómo la nueva «Jugando en familia» podremos volver a disfrutar de cada una de aquellas joyas del pasado infantil. Todas agrupadas en un espacio para el recuerdo y la educación.
Porque de eso se ha tratado siempre: de aprender jugando.
José Antonio Mañas
Comisario del MAE