Tintas para la escritura y tinteros
Las tintas para escribir han estado y están presentes en todas las escuelas, de un modo u otro. La tinta es un material liquido o semilíquido, utilizado para escribir o imprimir, formado por partículas de pigmentos dispersas en un disolvente acuoso u orgánico. Mientras que el uso de plumas y tinteros ha disminuido radicalmente, se utilizan sobre todo como decoración, aunque también hay personas que prefieren escribir con pluma, la tinta ha seguido evolucionando y adaptándose a las nuevas técnicas. La tinta pasó de usarse para escribir con plumas de cálamo que se mojaban en los tinteros, a usarse con plumines. El gran cambio llegó con las plumas estilográficas que llevaban un cargador de tinta y luego un cartucho de tinta y un poco después con los bolígrafos que contaban con una carga de tinta que iban soltando al girar una pequeña bolita incluida en su punta. Aunque ahora se escribe menos a mano, seguimos usando tintas para las impresoras, tintas para tatuajes, que son una forma de escritura, tintas para tejidos…
Podemos decir, por tanto, que las tintas para la escritura han acompañado la historia de los seres humanos. Tras la invención de la escritura, las sucesivas civilizaciones nos han dejado los textos que consideraban importantes, primero usando cuñas o estiletes para marcar los signos y luego con tinta. No se sabe cuándo se inventó la tinta, pero se atribuye su invención a los chinos hacia el año 2500 a.C.; se tiene constancia de su uso desde el 400 a.C. y solía estar hecha de un pigmento negro, cola y elementos aromáticos, mezclados con agua.
Limitándonos al período desde el que es obligatorio que los niños y las niñas vayan a la escuela, es decir, desde la Ley provisional de Primera enseñanza de 1838, la lectura y la escritura han sido la base del currículum, aunque se consideraba más importante aprender a leer y, de hecho, en los censos de población, había tres categorías: saber leer y escribir, saber leer, y no saber leer ni escribir. En 1841, primera estadística oficial con datos de alfabetización, sólo el 39,2 % de los hombres y el 9,2 % de las mujeres sabía al menos leer y el 17,1 % de los hombres y el 2,2 % de las mujeres sabía leer y escribir. Esto plantea un tema nuclear de la historia de la educación: la alfabetización definida por la lectura y no por la escritura, el distanciamiento forzoso de algunos colectivos, entre ellos la mayoría de las mujeres, en general, de la cultura escrita, hasta casi el siglo XX.
Hay numerosos objetos escolares unidos al uso de la tinta y los tinteros como muestras de caligrafía, plumas, plumines, palilleros, tinteros y tintas, papel secante y cuchillas o huesos de jibia para limpiar los plumines. El maestro o la maestra solían hacer la tinta en la escuela a partir de unos polvos que se disolvían en agua. Con esa tinta se rellenaban los tinteros o, a veces, sólo el tintero de su mesa en el que tenían que mojar su pluma los niños o niñas que ya escribían con tinta. Dada la carestía de estos materiales, sólo los alumnos o alumnas que tenían ya destreza en la escritura con pizarrín en las pizarritas daban el paso a escribir en papel con tinta.
Carmen Sanchidrián