El colegio de Nuestra Señora de las Angustias y la instrucción de las «educandas» en Priego
El nacimiento del sistema educativo español data de mediados del siglo XIX, más concretamente con la promulgación de la Ley reguladora de la enseñanza en 1857, también conocida como Ley Moyano. En líneas generales, la educación de los más pequeños hasta la promulgación de dicha ley, incluso después, era pobre y escasa, reduciéndose, en el mejor de los casos, al aprendizaje de la lectura y de la escritura, de algunas nociones básicas de cálculo y de la doctrina cristiana.
Esta situación también era una constante en la localidad de Priego de Córdoba, un municipio de la provincia de Córdoba donde los niños que aprendían a leer y a escribir a principios del siglo XIX eran de familias acomodadas (Ruiz-Burruecos Sánchez, 2000). Esto se debía a que Priego no podía disponer de las nueve escuelas que le correspondían, según el Reglamento General de escuelas de 1825, al no tener tampoco la dotación que necesitaba para ello (20.300 rs, aunque el Ayuntamiento solo disponía de 3000 rs). Al final, Priego solo pudo disponer de dos escuelas, aunque su situación siguió sin mejorar con el paso de los años, ya que en 1835 continuaba disponiendo de esas dos escuelas y, por tanto, de dos maestros titulares -ambos conseguían subsistir gracias a los estipendios que recibían de los alumnos que pertenecían a familias acomodadas, ya que las dotaciones les llegaban con retraso-, de dos maestros particulares y de un preceptor de latinidad -dependiendo este último de la Iglesia, aunque también recibía sus dotaciones con retraso-. En esta ocasión estamos tratando la situación de las escuelas y de la educación de Priego (aunque a continuación nos centraremos en una escuela, más concretamente, en el Colegio de Nuestra Señora de las Angustias), pero las aldeas agrícolas que dependían de dicha localidad no disponían de ninguna escuela de primeras letras (Ruiz-Burruecos Sánchez, 2000).
La situación de Priego comenzó a mejorar a partir del reinado de Isabel II, ya que se crearon más colegios, sobre todo de niñas, aunque los vaivenes políticos produjeron el cierre de algunas y la apertura de otras. Sin embargo, el número de escuelas públicas, tanto de niños como de niñas, seguía sin ser suficiente y la educación no comenzó a mejorar hasta los años treinta del siglo XX, tal y como sucedió a nivel nacional, aunque los enfrentamientos entre valverdistas y nicetistas influyeron en este ámbito (Ruiz-Burruecos Sánchez, 2000). No obstante, volvamos al siglo XIX para conocer otro dato de interés: el porcentaje de hombres, niños, mujeres y niñas que sabían leer y escribir en Priego. Ruiz-Burruecos Sánchez (2000) establece que en el año 1835 había un 5% de hombres y de niños que sabían leer (600) y escribir (635), mientras que el porcentaje de mujeres y de niñas alfabetizadas (250 sabían leer y 210 escribir) era del 2%. Datos que muestran la escasez de escuelas, sobre todo si lo comparamos con el número de habitantes que tenía Priego en ese año: 12.090.
La instrucción de las mujeres era un aspecto de poca relevancia en aquellos siglos, ya que la mujer debía estar al cuidado de la casa y de los hijos, siendo de poca utilidad que supiese leer y escribir. Sin embargo, a finales del siglo XVIII, en concreto en el año 1787, el Supremo Consejo de Castilla concedió a Josefa del Mármol Calvo y León autorización para abrir una escuela de «educandas» bajo la advocación de Nuestra Señora de las Angustias. Este colegio tuvo carácter privado, aunque uno de sus objetivos principales era la instrucción pública y gratuita de las niñas. El centro estuvo a cargo de ocho hermanas destinadas al culto de Nuestra Señora de las Angustias. Estas alternaban dicha función con la de educar a las niñas. En un primer momento, el colegio se abrió para recibir a doce niñas pobres, aunque al final terminaron aceptando a 130. Esto supuso la necesidad de abrir otra escuela para niñas, aunque también había maestras que ejercían sin título en sus domicilios y que enseñaban a las niñas que no podían ir a dicho colegio (Ruiz-Burruecos Sánchez, 2000).
El acceso de Isabel II al trono en 1844 trajo consigo una serie de cambios en la Instrucción Primaria. Al Ayuntamiento de Priego llegó un nuevo partido que también supuso una serie de cambios en la educación de la ciudad con la creación de más escuelas y, más concretamente, en el colegio de «educandas». El nuevo partido cesó al administrador de dicho colegio, Francisco de Paula Calvo, por dilapidar y no manejar adecuadamente los fondos del centro. Otro motivo al que alude Ruiz-Burruecos Sánchez (2000) fue que Francisco Santaella, sustituto de Francisco de Paula en la administración del colegio, ya fue sustituido por Francisco de Paula en 1837, lo que suscitó ciertas rencillas. Este pleito supuso un elevado coste al centro, lo que le llevó a verse endeudado y a no poder realizar las obras que necesitaba para poder rehabilitar el edificio. Esto supuso el cierre del convento y la suspensión de la enseñanza en 1845 al no ser el edifico apto para tales fines. La única forma de conseguir el dinero para las obras fue vender un terreno de olivar.
A esta situación se sumó una inspección realizada por la comisión de Instrucción Primaria de Priego donde pudieron comprobar que la hermana superiora, Bonosa Cabezas, y las maestras Francisca, María Antonia y Purificación Medina no sabían apenas leer y escribir y no tenían conocimientos de la gramática castellana y de cálculo, es decir, no eran aptas para dar clase, por lo que se solicitó su suspensión como maestras y que solo realizasen funciones de culto. El cargo de superiora fue asumido por la maestra Mercedes Rodríguez, quien sí era considerada como apta. Además, se asignó a dos monjas dominicas que se encontraban en ese momento allí como maestras, aunque este cargo lo ocuparon de manera provisional, por lo que, cuando se fueron, cuatro años después, Francisca y Purificación Medina volvieron a dar clase. Esto también se debió a que la comisión de Instrucción Primaria había solicitado que se pudiesen nombrar maestras a mujeres que no eran novicias, ya que era un requisito, pero se desconoce la respuesta, aunque la restitución de ambas monjas puede ser una muestra de la negativa ante esta petición (Ruiz-Burruecos Sánchez, 2000). Además de la poca preparación de las maestras, estas no estaban examinadas. En 1876, el Colegio de Nuestra Señora de las Angustias seguía en funcionamiento, aunque presentaba escasez de recursos y materiales.
Sin embargo, el comienzo del nuevo siglo trajo ciertas mejoras a dicho colegio, ya que pudieron realizar una serie de obras para que tuviese una mejor condición higiénica y, además, en 1901, «la junta local de Primera Enseñanza, presidida por el alcalde accidental Francisco Nuñez Martínez, proponía la concesión de una subvención de 100 ptas. al Colegio de Educandas para el mantenimiento de las niñas pobres que a él concurrían» (Ruiz-Burruecos Sánchez, 2000, p. 77). En cuanto a las materias impartidas, Ruiz-Burruecos Sánchez (2000) destaca que en los centros privados de la localidad de Priego tuvieron una mayor libertad a la hora de impartir el currículo, destacando que, a principios del siglo XX, más concretamente en 1906, el inspector encargado de visitar el Colegio de Nuestra Señora de las Angustias alegaba que «los conocimientos que adquieren las alumnas son menos extensos y más en relación con lo que los padres de ellas desean» (p. 78), destacando entre dichas materias que las alumnas cursaban: solfeo, canto y piano. Los centros privados también eran visitados por la junta local y la inspección con el objetivo de comprobar que las enseñanzas que se impartían no iban en contra de las leyes del país, de la religión y de la moral, y que los centros cumplían con las condiciones de luz, higiene, capacidad y ventilación establecidas para poder impartir enseñanzas.
El Colegio de Nuestra Señora de las Angustias sigue funcionando en la actualidad y en él se matriculan tanto niñas como niños. Fue y sigue siendo una institución de carácter privado, aunque durante sus inicios las niñas que a él asistían no tenían que pagar nada, por lo que su gratuidad permitió a un número elevado de niñas recibir instrucción. Esto también se debió a que era el único colegio para niñas, ya que hasta bien entrado el siglo XIX no se fundó la primera escuela pública para ellas en Priego. Sin embargo, y a pesar de ser el único centro que contaba con un local propio, este no estaba debidamente acondicionado y no disponía de recursos y materiales suficientes, situación que comenzó a cambiar a partir del siglo XX. Aun así, su labor permitió que un número elevado de niñas pobres pudiesen aprender a leer y a escribir, aunque luego sus destinos fuesen el cuidado de la casa y de los hijos.
Referencias bibliográficas
Ruiz-Burruecos Sánchez, M. (2000). La instrucción primaria en Priego durante el siglo XIX y primer tercio del XX. Legajos: cuadernos de investigación archivística y gestión documental, (3), 69-92. Archivo PDF
María Dolores Molina Poveda
Es Doctora en Educación (2021) por la Universidad de Málaga y graduada en Educación Infantil (2015) con un Máster Universitario en Cambio Social y Profesiones Educativas (2016). Su tesis doctoral versó sobre la educación vista a través del NO-DO (1943-1981) y sus principales líneas de investigación son el uso crítico de imágenes (fijas y en movimiento) como fuente y como objeto de estudio en Historia de la Educación, centrándose especialmente en cómo mostraba NO-DO las actividades educativas formales y no formales. Asimismo, junto a este medio propagandístico, estudia otras fuentes de diversa índole que aportan perspectivas distintas al estudio de la historia de la política educativa y de la cultura escolar. Actualmente trabaja en la Universidad Isabel I como coordinadora y docente de los grados de Educación Infantil y Primaria y es miembro de la Sociedad Española de Historia de la Educación (SEDHE).