En nuestros tiempos las llamadas humanidades se asocian a menudo con «estudios inútiles». Paradójicamente, conozco a pocas personas que hayan contribuido tanto al desarrollo cultural, social y político de Venezuela y Chile como el filósofo, ensayista, poeta, filólogo, traductor, educador, político, diplomático y jurista Andrés Bello, el humanista total. Y decir Venezuela y Chile es decir Hispanoamérica; y decir Hispanoamérica es decir el Mundo.
Desempeñando funciones de director de la Gaceta de Caracas, una de las primeras publicaciones venezolanas, así como funciones de poeta, traductor de Voltaire y labores políticas para la administración, entre 1802 y 1810 Bello es una de las personalidades intelectuales más influyentes de la sociedad de Caracas. De manera que participa en los acontecimientos revolucionarios del 19 de abril de 1810 con los que comienza el proceso de independencia de Venezuela.
Por sus conocimientos en diferentes disciplinas y su dominio de la lengua inglesa, Bello es elegido por la Junta Suprema de Caracas, que lo nombra Oficial Primero de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Así que el 10 de junio de 1810 zarpa desde la costa de Venezuela con la delicada misión diplomática de conseguir el apoyo de Inglaterra para la causa de la Independencia. Él es uno de los representantes de la comisión: le acompañan Luis López Méndez y el más tarde libertador Simón Bolívar, que fue alumno de Andrés Bello.
Allí en Inglaterra vivirá casi dos décadas en las que conoce las dificultades económicas, conoce a Blanco White, con el que colaborará en El Español y el que le ayudará a encontrar trabajo como bibliotecario. Conoce al economista y político James Mill, padre de John Stuart Mill, y amigo del filósofo Jeremy Bentham, dos de los fundadores de la corriente utilitarista. Conoce a la que será su mujer, Mary An Boyland, con quien tendrá tres hijos. Pierde a su mujer y a uno de sus hijos, el primero de los nueve que verá morir.
Desde un punto de vista intelectual, en esta época Bello trabaja escribiendo en El Censor Americano (1820), La Biblioteca Americana (1823) y dirigiendo El Repertorio Americano (1826). Aquí se publican ensayos, estudios filológicos, críticas y los dos poemas más memorables de Andrés Bello, Alocución a la poesía (1823) y su célebre A la agricultura de la zona tórrida (1826), para algunos estudiosos la primera gran obra literaria venezolana. No hay manifestación en Europa del pensamiento americano que pueda compararse con toda esta actividad de Bello.
A Chile llega en 1829 con Isabel Antonia Dunn, con la que se había casado cinco años antes en Inglaterra y con la que tendrá doce hijos. El principal motivo de su viaje a Chile es su designación como Oficial Mayor del Ministerio de Hacienda. Pero fue además Académico del Instituto Nacional y fundador del Colegio de Santiago. Participó de modo relevante en la vida literaria y cultural del llamado Movimiento del 42. Ese mismo año es designado primer rector de la nueva Universidad de Chile, cargo que no abandonará hasta su muerte.
Es nombrado senador de Santiago (1837-1864). Participa en la edición del diario El Araucano (1840-1860), el medio de información y cultura de referencia de la época en Chile. Asimismo, participa en el debate sobre el carácter de la educación pública junto con Domingo Faustino Sarmiento. Es el principal redactor del Código Civil de Chile (1840-1855), el más antiguo de Hispanoamérica y, sin embargo, modernizador. Apoyándose en el estudio de otros tratados, redactó uno de los más antiguos tratados de Derecho Internacional. En 1851 es nombrado miembro honorario de la Real Academia Española.
Otras obras que merecen mencionarse son: Principios de ortografía y métrica de la lengua castellana (1835), que ha sido juzgado como uno de los principales trabajos que se han llevado a cabo sobre nuestro idioma. Y Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos (1847), en las que resalta el carácter funcional de las distintas partes de la oración y la terminología de los tiempos verbales.
Su Filosofía del entendimiento (1843), influida por el empirismo inglés, ha sido considerada por Gaos como «la manifestación más importante de la filosofía hispanoamericana influida por la europea anterior al idealismo alemán y contemporánea de ésta hasta la positivista». Tradujo a Byron y su traducción libre de la Oración por todos, de Víctor Hugo, es para muchos el mejor poema chileno del siglo XIX.
Andrés Bello concebía la filosofía como «conocimiento del espíritu humano». El humanista, si cumple con su vocación, como su propio nombre indica, debe contribuir a la humanización de sus semejantes. Si no lo consigue es que tal vez no realiza adecuadamente su trabajo o puede que no sea suficiente humanista. No hay duda de que Bello lo fue de forma revolucionaria.
«Un buen método de enseñanza no tanto se propone comunicar mucha ciencia al estudiante cuanto dar a su entendimiento poderoso impulso y rumbo cierto».
Sebastián Gámez Millán
Sebastián Gámez Millán (Málaga, 1981) es licenciado y doctor en Filosofía por la UMA con la tesis La función del arte de la palabra en la interpretación y transformación del sujeto. Ejerce como profesor de esta disciplina en el IES “Valle del Azahar” (Cártama Estación). Ha sido profesor-tutor de Historia de la Filosofía Moderna y Contemporánea y de Éticas Contemporáneas en la UNED de Guadalajara.
Ha participado en más de treinta congresos nacionales e internacionales y ha publicado más de 200 artículos y ensayos sobre filosofía, antropología, teoría del arte, estética, literatura, ética y política. Es autor de Cien filósofos y pensadores españoles y latinoamericanos (Ilusbooks, Madrid, 2016), Conocerte a través del arte (Ilusbooks, Madrid, 2018) y Meditaciones de Ronda (Anáfora, Málaga, 2020). Ha colaborado con artículos en quince libros, entre los cuales cabe mencionar: Ensayos sobre Albert Camus (2015), La imagen del ser humano. Historia, literatura, hermenéutica (Biblioteca Nueva, 2011), La filosofía y la identidad europea (Pre-textos, 2010), Filosofía y política en el siglo XXI. Europa y el nuevo orden cosmopolita (Akal, 2009). Ha ejercido de comisario y escrito para numerosas exposiciones de artes.
Escribe habitualmente en diferentes medios de comunicación (Descubrir el Arte, Café Montaigne. Revista de Artes y Pensamiento, Homonosapiens, Claves de Razón Práctica, Cuadernos Hispanoamericanos, Sur. Revista de Literatura…) sobre temas de actualidad, educativos, filosóficos, literarios, artísticos y científicos. Le han concedido cinco premios de ensayo, cuatro de poesía y uno de micro-relatos, entre ellos el premio de Divulgación Científica del Ateneo-UMA (2016) por Un viaje por el tiempo, y la Beca de Investigación Miguel Fernández (2019, UNED) por Cuanto sé de Eros. Concepciones del amor en la poesía hispanoamericana contemporánea, que debe ver la luz a finales de 2020.