Los espacios escolares andaluces: memorias personales y estudios histórico-educativos
La creación del Museo Andaluz de la Educación debería suponer un impulso al conocimiento y al estudio de nuestra historia de la educación. Los museos ya no son sólo sitios que se visitan. Son en sí mismos espacios educativos. Esa función educativa, además, debe alcanzar a toda la población, desde niños de educación infantil hasta adultos, desde personas con escasos conocimientos sobre el tema hasta expertos, desde visitantes de la misma localidad hasta turistas. El reto no es fácil, pero los museos de la educación, como el MAE, cuentan con una ventaja: todos los visitantes conocen la escuela, están en ella o han pasado por ella y eso les permite, inmediatamente, establecer comparaciones, relaciones, e integrar lo que están viendo en sus esquemas previos.
La visita a un museo de la educación puede tener componentes nostálgicos, sin duda los tiene en muchas ocasiones, pero como institución comprometida con su entorno, este museo debe intentar convertirse en una institución educativa, en sentido amplio, al alcance de todos. Tanto los vecinos como investigadores de cualquier país pueden encontrar en él respuestas que satisfagan su curiosidad o las fuentes que necesitan para llevar a cabo su trabajo.
Vamos a empezar una serie de entradas en la web del MAE dedicadas a los espacios educativos, para dar a conocer sitios donde muchas generaciones han pasado unos años importantes de su vida. Todos tenemos recuerdos, frecuentemente borrosos y a veces distorsionados, de los centros por los que hemos pasado en nuestra biografía educativa. No hay espacios educativos de primera y segunda categoría. Pueden ser más o menos lujosos o monumentales, pero para los historiadores de la educación que se acercan a ellos como fuente u objeto de estudio, o para los alumnos y profesores que pasan en ellos una parte importante de su vida, la relevancia de los espacios educativos está en lo que ocurría en ellos, lo que allí enseñaron y aprendieron, las relaciones que establecieron, las alegrías y los temores vividos, y tantas cosas más, algunas positivas y otras no tanto. Una escuela rural habrá jugado, sin duda, un papel esencial en la vida de los miles de niños que un año tras otro la han frecuentado, del mismo modo que es relevante un aula donde un premio Nobel dio sus primeros pasos con la Química o aprendió a leer.
Las construcciones escolares, desde escuelas infantiles hasta universidades pasando por institutos, colegios, conservatorios, etc., etc., son una forma particular de arquitectura y son la fusión de sus funciones y su historia. Aunque suelen ser reconocibles en distintos contextos espaciales y temporales, podemos apreciar claras diferencias entre países y épocas. Todos nos hemos sorprendido alguna vez ante un edificio cuando henos sabido que era un centro docente, y eso ocurre cuando lo que vemos se sale de los esquemas mentales que tenemos acerca del aspecto que presenta un colegio o un instituto.
Los espacios escolares nos dicen mucho acerca de la concepción de la educación en un contexto determinado. En España, las primeras escuelas públicas no contaban con edificios propios y se instalaban en una casa particular que el Ayuntamiento alquilaba con ese fin o en un espacio del que dispusieran anexo al ayuntamiento o, sin exagerar, en cualquier lugar. Si vemos la película El cabezota podemos hacernos una idea de cómo eran la mayoría de las escuelas públicas españolas desde que la enseñanza primaria fue obligatoria en este país (Ley de 21 de julio de 1838) hasta el siglo XX. Es entonces cuando el modelo de escuela unitaria, que es el único que existía, comienza a ser sustituido por las escuelas graduadas que implican un nuevo modelo de organización escolar: se pasa de la escuela de un aula con todos los niños de todas las edades juntos, a separar a éstos en función de su edad. Esto implica la necesidad de nuevos espacios escolares, con varias aulas, pasillos, patio de recreo, comedor escolar en algunos casos, despacho del director, sala de reuniones, etc. Es el comienzo de las escuelas graduadas, grupos escolares, colegios de educación infantil y primaria, etc. porque los nombres de las instituciones docentes también cambian con el tiempo.
En las primeras décadas del siglo XX, coincidiendo con la edad de plata de la cultura, se reconoce el atraso escolar que vivía España y se toman medidas importantes para solucionarlo. Se empezó a hablar de escuelas palacio y aunque no se llegaron a construir muchas de este tipo, la mera denominación implica un elevado concepto de lo que debía ser la educación primaria pública. Podemos ver lo que supuso la construcción del edificio de las primeras escuelas graduadas de este tipo, se puso la primera piedra en Cartagena en 1900, en este emotivo documental. Se fueron construyendo escuelas mucho más modestas que estas, en las décadas sucesivas, por todo el país, a un ritmo desigual, llegando a los años cincuenta del siglo XX con enormes carencias que empezaron a subsanarse demasiado tarde porque a la vez que se construían escuelas en muchos pueblos, la población se iba yendo hacia las grandes ciudades. En las décadas de los setenta y ochenta lo primordial fue contar con centros, ya que aún no estaba escolarizada toda la población en edad escolar, y, en general, es en el siglo XXI cuando empezamos a ver centros públicos y privados que responden a las demandas educativas de una sociedad democrática e inclusiva.
Los edificios escolares destinados a cada nivel educativo presentan características propias porque deben responder a necesidades distintas. No condicionan totalmente la actividad escolar, pero sí favorecen o dificultan ciertas metodologías docentes. Lo que pasa en las aulas, depende en parte de cómo sea ésta, del edificio, la luz, la temperatura, las posibilidades de agrupamiento de alumnos, etc. Además, en muchos casos, especialmente los edificios de centros docentes de iniciativa privada, simbolizan determinados valores. Por otra parte, del mismo modo que en nuestras casas vamos adaptando los espacios en función de las necesidades de la familia, los centros docentes también han tenido que ir adaptándose a las nuevas demandas educativas de la sociedad actual, como accesibilidad y seguridad, y también a la llegada de las nuevas tecnologías a las aulas, nuevas materias, nuevos profesores y nuevos alumnos.
En sucesivas entradas en la web del MAE, vamos a ir viendo distintos edificios escolares de Andalucía. El objetivo es acercar su historia, sus características, lo que supusieron en su momento y los cambios experimentados, a la población. A veces pasamos todos los días por delante de un edificio sin saber nada acerca de él ni de lo que ocurre detrás de sus paredes. Queremos dar a conocer las peculiaridades de edificios escolares de todo tipo, públicos y privados, y de todos los niveles porque todos ellos forman parte de nuestra historia. Estamos, además, abiertos a sugerencias acerca de algún. Quien lea estas líneas y considere que hay un edificio que debamos incluir en este recorrido, puede ponerse en contacto con el MAE.
El MAE logrará ser un museo de todos y para todos si todos lo consideramos como nuestro.
Carmen Sanchidrián Blanco
Catedrática de Teoría e Historia de la Educación de la Universidad de Málaga (España) desde 1999 y miembro del Consejo Asesor del MAE. Es doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación (Universidad Complutense, 1985). Sus vigentes líneas de investigación en Historia de la educación son: Cultura material de la educación; Historiografía histórico-educativa (publicaciones y tesis doctorales); Infancia y educación en la Historia; Historia de la educación infantil. Historia de la Infancia; Estado e Iglesia y el control de la educación (1857 a 1975); Educación y trabajo de las mujeres; Imágenes y libros de texto.
Está implicada en proyectos europeos (Reimaginig Creative Democracy y Heads Using Professional Learning Communities) y nacionales y cuenta con numerosas publicaciones en torno a estos temas.
Es miembro de grupo de investigación Connecting History of Education. Forma parte de las sociedades científicas International Standing Conference on the History of Education (ISCHE), Sociedad Española para el Estudio del Patrimonio Histórico-Educativo (SEPHE), Sociedad Española de Historia de la Educación (SEDHE), y Sociedad Española de Pedagogía (SEP). E-mail: sanchidrian@uma.es